El recuerdo y el olvido

Una cosa es recordar y otra no poder olvidar. Una se convierte en nostalgia , la otra en melancolía y a veces en tristeza, porque como dice Borges “ el mayor defecto del olvido es que a veces incluye a la memoria”.

Todos somos pedacitos de momentos, migajas de recuerdos que vamos construyendo a cada día, a cada segundo que termina y por eso, cada quien lo hace a su manera.

Recordar es una especie de redención de lo pasado, un viaje hacia atrás, una evocación de lo vivido que vamos adornando con detalles que tal vez nunca pasaron, producto del deseo o tal vez de la locura, pero que nos ayudan a levantarnos cada día, mirarnos al espejo y entender, un poco, el por qué de lo que somos.

Todos somos pedacitos de momentos, migajas de recuerdos…

No olvidar, en cambio, es un nudo en la garganta, un grito no soltado, un arrume de dolores, que se esparcen por el cuerpo y nos impide ser felices. Son palabras dichas que punzaron, silencios convertidos en ultrajes, violencias de las unas y las otras, malestares no resueltos que nos llenan de tristezas y desganos.

La memoria es una mezcla extraña de recuerdos y no olvidos, escaleras hacia el cielo y también a los abismos, de saudades y rencores, de sonidos y de ruidos, de olores y tufillos, de sabores y colores que pintan o que tiñen, de momentos y de espasmos, de lágrimas y risas y por eso, todos la necesitamos un poquito para ser

La memoria es una piedra lanzada sin retorno, agua que pasó por nuestros dedos y por eso, quien la pierde, está condenado a volver a comenzar en mar abierto, pero sin orilla de retorno…

Mauricio Lievano

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

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