En el mejor de los casos me quedan veinticinco años. Veinte en buena condición. En realidad, un día de más siempre será un día de menos. «El tiempo es un acorde que se fue” dice Alemor. Y no. No es la malparidez que me ha acompañado muchos años. Es una cucharada sopera de pura realidad.
El espejo del baño está manchado. Yo sé a quién le daría un infarto al miocardio. Una toallita de papel y el líquido limpiavidrios del D1, parecen dar la claridad. Ja, y pensar que alguna vez tuve el pelo largo y mono. En realidad, poco importa. A esta altura he entendido el lado sexy de la arruga. Tengo más párpados que ojos. Me digo a mí mismo que soy una especie de kintsugi japonés que embellece sus propias cicatrices. Todo esto me está saliendo muy al estilo del “Adelante con la moda” que hacía Gloria Valencia de Castaño.
Ahora muerdo un manguito de azúcar. Busco en Youtube “Una vida contigo” de Paula Arenas. Volví mierda el teclado. Y la camisa. Y las manos. Con las pomarrosas no me hubiera pasado. ¿Qué por qué me estoy acordando de las pomarrosas? No sé. Debe ser porque hoy vi a mi madre después de muchos meses y ella las compraba cada ocho días en la plaza del Doce de Octubre. Se extinguen – mi madre. Y también las pomarrosas-.
Me quedan veinticinco años. Veinte en buenas condiciones
Mientras me cambio la camisa pienso que veinticinco años pueden ser muchos si se espera o muy pocos si se tienen cosas por hacer. No sé si es un dilema o un problema. Lo cierto es que es una verdad ineluctable (¿por qué digo ineluctable si puedo decir ineludible? Los que me conocen saben que no soy ningún intelectual y los que no, no les importa). Saco mi libretica de apuntes que me regaló Clara hace algún tiempo. No me entiendo la letra. Está llena de ideas de cuando estaba escribiendo Los tardíos. Ese teléfono que no sé de quién es, los números de alguna de mis lecturas del I ching, que siempre tienen la misma respuesta a la misma pregunta que le hago: “El fuego va al encuentro del agua que se eleva hacia él. El Yang va a unirse con el Yin. No olvides que eres tú quien tiene que prolongar este momento de perfección. Mantente vigilante y trabaja en ello cada día recordando los momentos de adversidad”.
Garrapateo una lista de pendientes. En realidad, no es muy larga. He hecho lo que he querido, que será poquito, pero es mío. Mis cuentas bancarias y mi soledad me gritan : ¡ Y así le ha ido ¡. Mis afectos están al día: no hay momento en que no les diga a mis hijas que las amo, por Dai oro cada día que es mi forma de decirle que la espero, por mi madre y mis hermanos, por Eduardo, mi gran amigo. Para lo material, me repito lo que me enseñó de San Francisco de Asís, el Padre Ángel en el colegio: Sé vivir con poco y lo poco que necesito, lo necesito muy poco. He viajado, he escrito lo que se me ha dado la gana, he leído, me he reído, me he caído, me he levantado, he pedido perdón y perdonado, me han amado y he amado. Entonces, ¿qué putas hago con esos veinticinco años que me sobran?
¿Buscar tener razón o perderla para siempre? ¿esperar esa llamada o intentar seguir la vida? ¿Tener metas o dejar que la vida me lleve? ¿Quién tendrá la respuesta? ¿Dios? ¿Google? Me duele la cabeza. Me tomo un ibuprofeno de 800. En Spotify suena “ It’s Too Late” de Carole King. Puede ser una señal. Busco la letra en español porque sé que me encanta pero no la entiendo ( It’s Too Late, no Dai). Ahora suena You Are So Beautiful de Joe Cocker. Puede ser otra señal. Que enredo. Más fácil conjugar el verbo erguir.Yo yergo,tú yergues, él yergue, nosotros erguimos,vosotros erguís, ellos yerguen.
Me entra un mensaje de whastapp de mi hermano Kesha. Me cuenta que una amiga le envió unos condimentos de la India. Al final, le digo que lo quiero…