En las calles empedradas de Vinci, un niño miraba el vuelo de los pájaros con una curiosidad que no era de este mundo. Leonardo no era solo un hombre. Era un torbellino de preguntas, un alma que danzaba entre la tierra y las estrellas, atrapada en la carne de un mortal. Decir que fue un
Este es el siglo de los inventos, el siglo de los intentos. Y es que hoy nos morimos del culillo por temor al qué dirán, a lo que digan los demás, como si eso importara, como si eso valiera la pena. Por eso preferimos pasar de agache, pasar inadvertidos siendo unos más del pelotón,[…..]





