Tupananchiskama

La nostalgia y la melancolía tienen que ver con la memoria y un poco, la tristeza. Ninguna admite la rabia, que es un salto al vacío que nos empuja sin alas al rencor. Suelen ser un llamado a lo que fue, a lo que ya no está, a lo ausente, pero siempre, siempre, desde el buen recuerdo, desde el repaso y desde la invocación. La mascota que no ladra, la mujer que ya no está, la mamá que se nos apaga, los hijos que volaron, el amigo que se fue, el olor que ya no llena los vacíos o los sonidos extraviados

 

La etimología de nostalgia es bella, certera y dolorosa. Deriva del griego clásico nostos (regreso) y algos (dolor), aunque tal vez sería más preciso decir, el dolor del no regreso. La melancolía, por su parte, nace del latín melancholĭa, el cual a su vez tiene origen en un vocablo griego que significa «bilis negra«. Esta denominación proviene de la teoría de los cuatro humores concebida por los antiguos griegos para explicar el origen de las enfermedades y los cambios de temperamento en los individuos. Así, dependiendo de la mayor influencia de uno de los líquidos corporales en el organismo de una persona, los individuos podían clasificarse como sanguíneos, flemáticos, coléricos (bilis amarilla) y melancólicos (bilis negra). En este sentido, era la bilis negra la que provocaba sentimientos de desánimo, abatimiento y apatía.

 

La nostalgia y la melancolía tienen que ver con la memoria y un poco, la tristeza.

 

De alguna manera, la melancolía es un dolor de tierra fría. En medio de la lluvia y de la bruma, nos entregamos al recuerdo, esculcando en la memoria los detalles, los olores, los sonidos, los colores o las ausencias que se marcan en las camas cuando alguien se nos va. La nostalgia, en cambio, suena, se evoca mirando al horizonte, oteando sin mirar, suspirando como un grito silencioso, buscando entre las calles y carreras, en los parques y oficinas, en el final y en los comienzos, en las fechas y ocasiones, el pañuelo que nos seque las lágrimas que brotan sin parar.

 

La vida no las mezcla ni las une para evitar los dolores profundos

 

La melancolía tiene que ver con lo fue y la nostalgia con aquello que pasó. Una con las personas y la otra con los sucesos. Una describe y la otra, narra. La vida es sabia porque no las mezcla ni las une para no hacer de la tristeza una argamasa sin sentido que nos impida mirar hacia adelante. Por eso, la nostalgia y la melancolía  deben pasarse a palo seco  porque o si no, terminan convertidas en tragedia.

Los quechuas, tipos profundos y sencillos, tienen una palabra bella para curar esos dolores: Tupananchiskama que significa, hasta que la vida nos vuelva a encontrar…

Mauricio Lievano

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

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