El viaje

La felicidad no es un puerto, sino una manera de viajar. Sin embargo estamos tan absortos, tan enfrascados en los resultados, que nos olvidamos de   gozarnos los procesos.

Somos una sociedad resultadista obsesionada por la consecuencia o el efecto, que perdemos de vista la deliciosa experiencia de ver como crece día a día lo que hacemos..Y así en el trabajo, en las relaciones, en la vida.

La felicidad no es un puerto, sino una manera de viajar

Un matrimonio, por ejemplo, no es una consecuencia, sino que es algo que se construye cada día. Se amolda, se adapta, se adecúa a cada momento. Si bien la cuota inicial, siempre será el enamoramiento que es la atracción primera- la bobada del embrujo, llamo yo– luego viene un proceso de cimentación diario, por lo que de alguna manera, esperar a que pase algo extraordinario para decidirse a estar con otro, resulta un derroche de tiempo.

El matrimonio, en cualquiera de sus formas, es una especie de trabajo, con esfuerzos y recompensas, con proyectos y con sueños, con presupuestos y estrategias, con seducción, persuasión y admiración, con tolerancia y empatía, con un “área de servicio al cliente”, funcionando al cien por cien y además con un elemento fundamental: sin atajos.

El amor no es un sitio al que se llega, sino la barca en la que se viaja, que se cuida y se defiende en cada palabra, en cada acción, en cada actitud, es decir, todos los días y por eso, tal vez hay que cambiar la frase de “ lo vamos a lograr” por “ lo estamos haciendo”. Ese es el real significado de la frase “ hacer el amor”. El resto es sexo y orgasmos.

 

 

 

 

Elena Villalba

Me gusta el sexo oral y escrito. Bloguera especialista en la condición humana

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