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Ahora que lo pienso, siempre he tenido mi lado gamín, de gato canequero, de perro de barrio.  Tomé agua de manguera, me robé ciruelas en Carulla, jugué fútbol en potrero. En fin, la verdad verdadera, sé, a ciencia cierta, que tengo más calle que mundo. Y no me quejo.

 

Sin embargo, y como ley de la compensación, el universo me dio una vida llena de mujeres, que atenuaron un poco mi espíritu malevo. Una madre que, aunque poco cariñosa, se ocupó siempre de mí. Tres hermanas, dos esposas, dos hijas maravillosas, una novia que me ama, sobrinas, jefes, compañeras, amigas, poetas y cantantes. Y lo agradezco cada día.

Por eso no entiendo, no acepto, no concibo, cualquier fenómeno que involucre algún tipo de violencia contra la mujer en medio de una sociedad, se supone más informada, más educada, más racional. Eduardo Galeano, un genio, un adelantado, escribió hace algún tiempo, algo que resume lo que pasa: Lo llamó Confirmaciones del derecho de propiedad: “el macho propietario comprueba a golpes su derecho de propiedad sobre la hembra, como el macho y la hembra comprueban a golpes su derecho de propiedad sobre los hijos. Y las violaciones, ¿no son, acaso, ritos que por la violencia celebran ese derecho? El violador no busca, ni encuentra, placer: necesita someter. La violación graba a fuego una marca de propiedad en el anca de la víctima, y es la expresión más brutal del carácter fálico del poder, desde siempre expresado por la flecha, la espada, el fusil, el cañón, el misil y otras erecciones”.

 

Tomé agua de manguera, me robé ciruelas en Carulla, jugué fútbol en potrero…

 

Es algo inaceptable. La Procuraduría dice en un informe que más de 63.982 mujeres fueron afectadas por la violencia intrafamiliar en 2023, de las cuales aproximadamente 49.247 sufrieron agresiones específicamente por su género. La Fiscalía dice que el panorama de violencia contra la mujer sigue siendo desolador. Según un informe, en lo que va corrido de 2024 se han cometido 32 feminicidios. Además, han sido violentadas sexualmente 2.068 mujeres y 12.327 han sido maltratadas. Cada día del año, en promedio, violentan sexualmente a 33 mujeres; cada día del año maltratan a 186 más y, día de por medio, hay un feminicidio en el país.  La semana pasada hubo tres, que conociéramos. Un editorial del diario El Tiempo dice que, «la violencia intrafamiliar es el delito que más ha crecido en el país durante este año. Con corte de abril, según cifras del Ministerio de Defensa, hubo 48.816 denuncias, un crecimiento del 51 % con respecto a las del periodo enero-abril del año pasado (16.474 casos más). Y es también una de las conductas delictivas por las que se terminan dictando la mayor cantidad de absoluciones: cerca del 35 por ciento del total de sentencias adversas para la Fiscalía, según datos de la Judicatura».

Todo empieza en un piropo. No sé en qué parte de la cadena alimenticia algunos hombres entendieron que a las mujeres les gustan los piropos y requiebros. Son invasivos, denigrantes, deshonrosos, degradantes y vergonzosos. Las lindezas de los obreros las hemos terminado por pintar con un aura de folclor y de ternura como si no fueran en el fondo un insulto, para no hablar de las los de los compañeros de oficina, traspapelados en AZ  y en archivos de Excel o las de los jefes en un claro acoso laboral o las de  los matones de Instagram que se sienten con derechos.  Que a toda mujer le gusta sentirse alabada puede ser cierto, pero por las personas correctas en las circunstancias ideales y no en la calle, mientras se protegen de la lluvia y los ladrones.

Luego se pasa a la esclavitud, donde los machitos que se escriben con m de mamá, se creen dueños de las novias, de las amantes, de las esposas, de las hermanas, de las hijas y también de las amigas. Las humillan, las someten, las minimizan, las doblegan, las aplastan, las sojuzgan, ejerciendo la violencia que no necesariamente viene envuelta en golpes y porrazos, sino que muchas veces se solapan en las palabras y en los argumentos que enredan y confunden. ¡Coman mierda!  Puede ser la más santa de las santas o las más puta de las putas como dice Sabina, ninguna mujer merece ser violentada ni de palabra ni de hecho,ni obligada a cambiar de vida – porque huir parece ser la única salida en una sociedad donde prima la injusticia-.

Yo seré malevo, muy gato canequero y habré tomado mucha agua de manguera, pero los hijueputas son otros, porque ni el acoso es cariño, ni el acecho, admiración…

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