La medida de mi tiempo

El actor italiano Roberto Benigni tiene una definición bellísima de la medida del tiempo: Solo conozco una forma de medir el tiempo: contigo y sin ti”.

Mientras escucho “Píntame” de Victoria Bernardi, pienso que no sé si será la edad o la gastritis, pero el caso es que, de unos meses para acá, mi tiempo parece correr más rápido.

Antes creía que siempre tendría una oportunidad, un espacio, un lugar. Indudablemente, ahora tengo más calma, pero menos tiempo. Tan solo una colección de relojes, que no es lo mismo. En pocos días voy a cumplir un año de una operación que me puso al borde de la muerte – o al contrario, según sea la mirada-, lo que me cambió la perspectiva de la vida. Sigo siendo tal vez el mismo impulsivo de siempre, el irreflexivo, el inconsciente, el automático que siempre critican las personas que más amo, con la diferencia que ahora tengo claras las razones.

Lo que para ellas- o para el mundo- debería tomarme con  sosiego y con reposo, yo decido hacerlo de inmediato, no por desespero, ni por carencia, ni por afán, ni por necesidad ,ni por desocupado, ni por ocioso , ni por indolente, ni por irresponsable, ni porque me esté muriendo– o tal vez sí, nadie lo sabe- sino por la única y sencilla razón, que me da la puta gana porque tengo claridad en lo que pienso, en lo que quiero, en lo que puedo, lo que no me da la seguridad de no equivocarme. Ni tampoco lo contrario. Habrá dudas, pero que sean las mías.

No es soberbia – contra la cual lucho todos los días – ni bobada contra la cual no existe vacuna posible, ni valentía porque da miedo, y mucho, pero hoy creo que ya pasó el momento de darle gusto a los demás, de esperar, de darle juego a un tiempo que no tengo, de convencer a los otros acerca de lo que yo debo hacer con mi vida, con lo que queda de ella o de meter en la cabeza de otros la idea que se lancen al vacío conmigo, porque no es obligación ni mucho menos una obra de caridad que los salve del infierno. Los que no quieran estar o tengan dudas, o no sientan la ilusión tomarán otros caminos buscando lo que les llene el corazón.Seguramente yo soy un tipo complicado y no es conmigo.

Si a mi edad no tengo claridad en lo que quiero, estoy más jodido de lo que pudiera creer, casi un fantasma. Y no, no creo, porque los fantasmas no lloran, no ríen, no se enamoran, no tienen hijas a las que amen, no le piden a vainas a Dios todos los días, no se trastean, no se emborrachan, no se quedan dormidos viendo Netflix  y con seguridad, no les gusta el olor a pan caliente ni el masato con buñuelos.

La idea de la eternidad cambia con el paso de los años y como Begnini, hoy solo conozco una forma de medir el tiempo: conmigo y sin mi…

 

 

 

 

Mauricio Lievano

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

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