Llamar al 17

Hubo una época en Bogotá en la que marcar 17 —y después 117— era tan natural como mirar el cielo para saber si iba a llover. No existía el smartphone que se sincroniza solo ni el Google que te recuerda hasta cuándo debiste haber salido de la casa. La hora exacta no la daban los

El mundo al instante

Apenas suena la fanfarria y la voz estentórea del locutor anunciando “El muuuuundo al instante”, todo parece revolverse en el corazón de los atardescentes. Un manojo de recuerdos flotan por la mente porque es traer a la memoria  el olor a las crispetas, los dulcesitos Salvavidas y las chocolatinas  Baby Johnny’s en la función de[…..]

El mareo

Para ser un tipo que no baila, doy muchas vueltas, porque siempre voy, pero siempre me quiero devolver. Sempiterna tensión, la tirantez, la eterna lucha entre el irme y el quedarme, entre el irme y el volver. Tengo espíritu de mar, pero siempre he sido río. Nómada, errabundo, inestable, andarín y un poco vagabundo. Vaga[…..]