Guy Debord fue un filósofo, escritor y cineasta francés, que en la bohemia de París pudo imaginar lo hoy nos pasaría. ”La sociedad del espectáculo” la llamó: «Todo lo que una vez fue vivido directamente se ha convertido en una mera representación». Debord argumentaba que la historia de la vida social se podía entender como
Hay momentos en la vida en los que por alguna extraña casualidad, suerte o albur mágico, uno termina por darse cuenta que la felicidad no es la plata, ni la fama, ni siquiera el amor, sino que la felicidad consiste en que nadie nos joda. Ataraxia, la llaman los que saben que es ese estado[…..]
Yo no sé si es que me estoy volviendo vieja, o es que leo muy poco. El caso es que, en cuanto al tema de la nueva filología de género, me declaro una ignorante. No entiendo bien la diferencia entre uno y otro y quisiera hacerlo, porque en cuestión de gustos y posibilidades, creo que[…..]
Creo firmemente que cada quien hace lo que le venga en gana con su dinero y como decía mi profesor Ibarra en el colegio, cada cual hace de su nalga un candelero. Eso, lo primero. Lo segundo, es que debo reconocer que lo mío se mueve entre la envidia y la falta de plata, pero[…..]
Todos los presidentes, en cualquier parte y en cualquier tiempo, suelen creer, en su infinita vanidad, en su inmodestia desbordada, que están ahí para mandar, para resolver, para disponer, para orientar. Líderes, se alcanzan a llamar. Pobrecitos. Que alguien les diga que no, que venga que no es pa`eso, que parcerito abra bien los ojos,[…..]
Por alguna razón, esta semana tuve que desconectarme por completo de la tecnología. Cero celulares, cero internet, cero computadores, que, en tiempos de hoy, es convertirse un poco en ermitaño. Lo que en un comienzo iba a ser un día raro, terminó siendo un momento maravilloso que me regalé. Y no es que me pusiera[…..]
“El infinito en un junco” es el libro de Irene Vallejo que habla sobre la historia de los libros. No lo he leído aún. He ojeado rápidamente su contenido de manera furtiva en alguna librería. Al ver mi pequeña y casi vergonzosa biblioteca, me puse a pensar que cada uno de mis libros tiene también[…..]
Cada vez que pienso en el baile, crece en mí la idea que fui un niño recogido, que alguien pasó un día de marzo por el frente de mi casa, me metió en una caja de cartón, timbró y salió corriendo. Yo no sé cómo me crie, porque ni siquiera clasifiqué al apodo de “Platanitos”,[…..]
En una sociedad falocéntrica como la nuestra, vivimos más pendientes de con quién nos vamos a acostar que con quién nos vamos a levantar. Aunque somos pacatos y tapados, a los hombres y mujeres, a los blancos y los negros, a los pobres y los ricos, a los adolescentes y también a los atardescentes, nos[…..]
Fuimos una familia clase media-media con sueldo de empleados. Siete hermanos y sin perro. Y sin carro. Mi papá era un tipo bueno, de palabra, de esos viejos de antes, que tenían la costumbre ancestral que, de su almuerzo o su comida, repartía pequeños bocaditos a la prole. En el ritual, los hijos, de mayor[…..]