Hay algo profundamente irónico en que un país obsesionado con la juventud eterna esté sentado sobre una bomba demográfica de cabello plateado que podría ser su salvación económica. Mientras los colombianos siguen comprando cremas antiarrugas como si fueran pan caliente, los números no mienten: para 2036 habrá más adultos mayores que niños en el país.
Hay algo profundamente perturbador en la manera como hemos normalizado la idea de que el dinero solo puede fluir desde arriba hacia abajo. Como si el capital fuera una especie de gracia divina que solo los elegidos pueden administrar y distribuir. Pero en algún momento de las últimas dos décadas, mientras no mirábamos, esa lógica[…..]
Mauricio Liévano Quimbay acaba de lanzar «Tener la razón, no locura», una novela que te agarra de las solapas y no te suelta. Es un clavado sin tanque de oxígeno a la cabeza de un tipo que está hasta el cuello, lidiando con la depresión, buscando qué carajos hacer con su vida y, a ratos,[…..]
Sobre el papel, todo es origami y por eso, nuestra Constitución es casi perfecta. Sobre el papel. Contempla muchos aspectos de nuestra vida cotidiana, que nunca se cumplen, porque del dicho al hecho hay mucho trecho y del dicho al lecho hay mucha lucha. Por ejemplo, dice nuestra Constitución, en el artículo 53 que se[…..]
El poder de las nuevas amistades Cuando somos jóvenes, hacer amigos parece sencillo. Basta con compartir un partido de fútbol, una clase de la universidad o un café después del trabajo. Pero, con los años, las circunstancias cambian. La vida se llena de responsabilidades, las agendas se complican y, de repente, nos encontramos viendo series[…..]
Si de algo sabemos los atardescentes es de los nuevos comienzos porque nos negamos a ser participio, a ser producto terminado y porque sabemos con certeza que estamos en obra negra y que hay vida después del pantanal. A esta altura de nuestra existencia podemos ver con claridad nuestros errores, no tenemos miedo a pedir[…..]









